INTRODUCCIÓN


El segundo Teatro Colón se inauguró en Mayo 1908 y el año próximo se cumple su centenario. A pesar de los vaivenes provocados por crisis económicas, políticas y gremiales, el Teatro acumula una impresionante trayectoria que lo colocó en ciertas etapas entre los más importantes del mundo por la calidad de su temporada. Por su belleza, capacidad y acústica siempre fue reconocido entre los mejores. Los naturales deterioros del tiempo provocaron que en distintos años se realizaran obras de restauración y ampliación. El momento actual está signado por el llamado Master Plan y éste ha determinado que las etapas finales, concernientes al escenario y a la sala principal, necesiten el cierre del Teatro. Y por ende, la temporada 2007, por primera vez en la historia del Colón, sucede casi íntegramente fuera de los límites del edificio. La excepción es el CETC (Centro de Experimentación del Teatro Colón), que como estuvo en refacción el año pasado, puede abrir en esta temporada, y de hecho ya lo hizo.
Hay por ello una coyuntura difícil, que implica cumplir con la premisa de un Teatro cuyo edificio está cerrado al público por las refacciones pero cuyos cuerpos estables están activos y ofrecen temporada en teatros alternativos. Según el actual Ministerio de Cultura esta situación debería durar hasta principios de abril del 2008, cuando el Colón debería ser entregado por el Master Plan a las autoridades del Teatro para que se pueda desarrollar allí sin tropiezos la Temporada del Centenario. Teniendo en cuenta las controversias que ha despertado el Master Plan y los indicios de fuerte atraso en las obras, cabe la preocupación por el cumplimiento de un calendario que permita terminar lo esencial de las refacciones en tiempo y forma. Si cosas menores quedan para más adelante y pueden hacerse con el teatro abierto, no molestarán, pero si la sala y el escenario no están listos cuando deben estarlo, se estaría ante una penosa situación cultural ante la ciudad, el país y el mundo.
Por otra parte, hubo frecuentes discusiones a través de las décadas sobre el uso correcto de un tan poderoso y esencial instrumento de cultura para la Ciudad, que ahora es autónoma y dispone de un importante presupuesto cultural que debe usarse de la manera más idónea en función de las características del Colón , de la misión fundamental que tiene el Estado en la promoción y financiamiento de la cultura y del equilibrio con otros factores culturales que Buenos Aires también necesita pero deben ser servidos por cuerda separada. En este trabajo se intentará dar elementos que sirvan para un adecuado diagnóstico del Colón actual, pero también se aportarán ideas con respecto a los lineamientos generales que a juicio de quien firma deberían articular y orientar la acción del Teatro en el futuro.

ESTRUCTURA Y UTILIZACIÓN DEL COLON


Su estructura es la de un gran teatro de ópera a la italiana, con la característica forma de herradura cerrada. Ello implica que sólo 2/3 de su capacidad tiene buenas líneas visuales hacia el escenario. Por otra parte, la cantidad de pisos hace que en los más altos se coarte la visión de la profundidad de escenario. Esta manera de construir si se realiza con materiales nobles como es el caso en el Colón tiene una probada calidad acústica (son varios los teatros europeos que subsisten de este tipo y todos la tienen), aunque, como ya se dijo, la desventaja es que se restringe la calidad de visión.
Por otra parte, en el caso de los espectáculos de danza existen problemas similares pero agudizados : uno puede conformarse con ¾ del escenario en una ópera pero en el ballet hay que verlo todo. De allí que las localidades de buena visión en el Colón no sean más que unas 1.600 en ballet y quizá 2.000 en ópera (valores aproximados).
Con respecto a los conciertos, el Colón es el único de los grandes teatros del mundo que también da conciertos durante la temporada de ópera, debido a la excelencia de su acústica y a la majestad de su sala. Lamentablemente Buenos Aires tiene la dudosa distinción de ser, entre las grandes ciudades musicales del mundo, aquella que carece de un auditorio de concierto de suficiente capacidad (no menos de 2.500, pero preferiblemente 3.000) con gran nivel de fidelidad acústica. Ni el Opera ni el Gran Rex pueden considerarse sustitutos adecuados: la capacidad del primero no alcanza y su acústica es mediana; el Gran Rex tiene la capacidad (alcanza a 3.000) pero la acústica es sorda y mediocre (como la actual temporada de la Filarmónica de Buenos Aires y los Conciertos de Mediodía lo demuestran). El Coliseo tiene una acústica clara pero seca; antes de su reciente modificación (la apertura del foso grande para poder hacer allí la temporada de ópera del Colón) llegaba a unas 2.000 localidades, ahora ronda las 1.700. El Auditorio de Belgrano tiene una mejor acústica, de mayor presencia pero también con matices estridentes, y su capacidad no llega a 1.300. No se han utilizado en años recientes otras alternativas insuficientes pero contemplables ante la necesidad, como el Metropolitan o el Broadway (se usaron en el pasado). El Luna Park no compite por su extrema dispersión y características de estadio.
Intentos de realizar ese gran auditorio hubo varios, pero siempre el gobierno de turno se echó atrás, incluso en épocas de bonanza económica. En la actualidad hay dos proyectos. En el primero de ellos se trata de la transformación del Edificio del Correo en gran sala de concierto más otras adyacencias; se habla de un módulo de capacidad de 2.500, que sería algo escaso pero tolerable; el lugar tiene además buen acceso. Con respecto al de Ciudad el mismo está en una zona de transición entre la Boca y Puerto Madero y se trata de la transformación de una usina en una pomposamente denominada Ciudad de la Música, donde el ámbito mayor no pasaría de 1.800, módulo inaceptable por lo insuficiente. Por otra parte los miembros de la Filarmónica se oponen al eventual cambio de sede, ya que desean permanecer en el Colón. En cualquier caso, aun cuando dicha orquesta mantuviera su sede en el Colón, la Ciudad debería contar con un Auditorio para su música académica.
En cualquier teatro lírico el armado del Calendario es un tema esencial; en el caso del Colón su triple utilización complica las cosas, pero se ha podido manejar en el pasado y deberá seguirse manejando mientras se carezca del Auditorio. Expulsar a la Filarmónica o a las entidades privadas para liberar calendario sencillamente no es una opción, ya que la actividad de conciertos es culturalmente tan valiosa como la lírica o la del ballet. Por otra parte, teniendo en cuenta la mala política presupuestaria que ha restringido fuertemente la cantidad de producciones, nada se ganaría. Pero es cierto que la programación anual es particularmente compleja, ya que se debe dar cabida no sólo a la lírica, sino además incluir las justificadas aspiraciones de los distintos cuerpos artísticos. El primer punto es decidir qué cantidad de títulos de abono lírico se darán; ello está determinado tanto por limitaciones técnicas como presupuestarias. Y también, cuántas representaciones se dan de cada título teniendo en cuenta su presunto poder de convocatoria. Hay cuatro abonos inamovibles que dan todos los títulos: Gran Abono, Abono Nocturno Tradicional, Abono Nocturno Nuevo y Abono Vespertino. A ello puede añadirse un Abono Especial con menos títulos, o integrar alguna función de ópera al abono DAIA, que generalmente también ofrece ballet y conciertos. Y además hay funciones extraordinarias cuyo número depende de la popularidad de una determinada ópera.
Una vez decidida la cantidad de títulos está la cuestión de su distribución en el calendario. Al menos tres factores inciden: las obras con mucho coro; las que tienen grandes dificultades de montaje escénico; y la disponibilidad de cantantes de nivel. Por ello el Director Artístico debe consensuar tiempos y necesidades con el Director del Coro y el Director Escenotécnico.
El Director Artístico no debe olvidar los derechos de los respectivos cuerpos, y por ello tiene la responsabilidad de realizar una adecuada temporada de ballet y de conciertos organizados por el Colón. Y por supuesto asignarles presupuestos que les permitan desenvolverse con calidad. Claro está que para ello el presupuesto global debe ser adecuado, y con frecuencia no depende de los Directores del Colón sino del estado financiero de la ciudad o de la buena disposición hacia el teatro del Jefe de Gobierno y de su Ministro de Hacienda o Economía.
Además, desde hace varias décadas el Colón se ha alquilado a otras entidades o a empresarios para presentar conciertos y a veces ballet. Hasta el año pasado el Mozarteum Argentino ha hecho sus temporadas íntegras en sus dos turnos allí, y varias sesiones por temporada alquilaron el teatro Festivales Musicales o Nuova Harmonia. Esto es legítimo y valioso, además de necesario, porque son muchos los grupos o artistas que no aceptan venir a Buenos Aires si no actúan en el Colón, y además las entidades mismas quieren el marco del gran teatro para sus eventos; por otra parte, sus “sponsors” con frecuencia sólo aceptan dar su apoyo si es en el Colón. Es una gloria refleja que hace al carisma global de nuestro teatro. Un punto a evaluar es el del monto de los alquileres que cobra el Colón ya que se trata de entidades sin fines de lucro que agregan lustre con sus actividades al teatro; precios muy altos a veces han forzado a las entidades menos respaldadas financieramente a buscar otros ámbitos. También tuvieron lugar algunos eventos musicales internacionales que no dependen de las entidades mencionadas, como los Festivales Martha Argerich.
Recarga un calendario ya muy exigido y es incorrecta la presencia de espectáculos de música que conlleven una amplificación nociva para el edificio e implican una incomprensión por parte de las autoridades con respecto a la vocación de este teatro. Pero con frecuencia ha habido apoyo político populista a estas manifestaciones. Alguna vez deberá prevalecer un criterio sano que no mezcle los tantos, ya que buenos lugares para música amplificada (que funciona bien con otra acústica) hay muchos, pero para lo que hace el Colón no hay razonables alternativas.
Sí debe retornarse a modalidades de abonos especiales con precios bajos que fueron orientados a jóvenes o jubilados, ya que son dos grupos etarios que tienen dificultades económicas o que necesitan de un estímulo cultural que permita renovación de público en el caso de la gente joven ( en ese sentido apoyamos la iniciativa de descuentos del 90% a menores de 25 años, idea tomada del Teatro Real de Madrid, aunque sería deseable incrementar la cantidad de butacas disponibles, ya que los 20 lugares que se bloquean hoy en dia son notoriamente insuficientes a la hora de abordar un problema común a los teatros líricos en el mundo : el del envejecimiento de su audiencia y las formas de acercar a nuevos públicos más jóvenes ). A ello se agregaría la necesidad de funciones extraordinarias de los títulos operísticos a precios populares.
Si bien sólo se aplicó el año pasado, corresponde mencionar también la aberración de aplicar precios diferenciales para no residentes, cosa que no se hace en Europa y Estados Unidos y representa una discriminación muy antipática en momentos en que queremos promocionar a Buenos Aires como destino turístico.
La operatividad del armado de una ópera, un ballet o un concierto exige una cantidad determinada de ensayos, y cuando un espectáculo de afuera cae de rondón puede haber cortocircuitos: más allá de aprobar o no el espectáculo en cuestión, nunca puede afectar el diagrama interno de ensayos ni ser metido a la fuerza por presión política. Conviene agregar que también a veces se han hecho reuniones políticas, o vendido noches cerradas a empresas para festejar aniversarioso incluso peligrosas cenas en el Salón Dorado incluyendo comidas calientes implicando la presencia de fuego. O con automóviles dentro del foyer que provocaron el hundimiento de un sector del piso... No debe hacerse negocio con el Colón como principio, pero mucho menos ponerlo en peligro.
El pecado No. 1 de un teatro lírico es no respetar el calendario: los contratos se hacen con precisión de tal día a tal día y no da lo mismo un título que otro. Cualquier cambio de fecha también quiebra el contrato con el abonado que tiene su propia agenda. Por supuesto hay a veces genuina fuerza mayor, pero debe cuidarse al público y al personal del Teatro.
Veamos ahora los estamentos en los que se divide el Colón. A diferencia de lo que ocurre en muchos teatros del mundo, que suelen tercerizar muchos servicios, el Colón es un teatro integrado: todos los elementos necesarios para una puesta en escena se realizan en el teatro (por supuesto, hay que comprar las materias primas). Hay un verdadero ejército de técnicos que atienden todos los problemas de una puesta y que tiene conocimientos adquiridos a través de las décadas que no pueden encontrarse en ningún otro lugar (es la manera tradicional del maestro y el aprendiz). Por eso hay escultores que saben hacer imitaciones de Ramsés II o del mundo griego, o zapateros que saben hacer coturnos.
Existe también un sector administrativo amplio, y se cede lugar a una Delegación Permanente de Contaduría del GCBA, ya que el Colón no es autónomo. Además hubo auditorías encargadas por el Poder Legislativo en recientes años, que realizaron recomendaciones no siempre tenidas en cuenta por el Colón. También existe una Mayordomía importante (hay mucho que limpiar y mantener en un edificio que ocupa una manzana).
Los Cuerpos Artísticos principales son las dos orquestas (Estable del Colón y Filarmónica de Buenos Aires), el Coro y el Ballet. A ello se agregan, con regímenes especiales, la Orquesta Académica (de jóvenes) y el Coro de Niños (cuyo funcionamiento se vio absurdamente perturbado sobre fines de la temporada pasada por un inspector mal intencionado que imposibilitaba la presencia de los niños en horarios nocturnos; esto fue subsanado en el principio de esta temporada, pero es clara señal de cuántas dificultades impredecibles e inaceptables pueden presentarse).
Hay además varias estructuras adicionales: a) un Elenco Estable de Artistas Líricos instituido en 1973. b) Los Maestros Internos, verdadera columna vertebral de la preparación lírica, coordinados por el Director de Estudios. Son ellos los que enseñan las partes o las corrigen a los intérpretes, lo cual es necesario incluso en títulos muy conocidos para lograr un nivel técnico musical adecuado. c) Los Figurantes estables, que son pocos, ya que la lógica indica que las necesidades de figurantes cambian en cada título y según la puesta. d) El CETC (Centro de Experimentación del Teatro Colón, que se ocupa de las expresiones más de vanguardia) tiene una estructura chica, porque cada propuesta tiene su equipo propio. e) En años normales el Salón Dorado tiene una amplia oferta de conciertos y conferencias, para lo cual necesita de un coordinador/programador; la mayor parte de los artistas vienen de afuera del Colón. f) El Departamento de Publicaciones teóricamente coordina los programas y la revista del Colón; pero a veces el programa lo ha realizado la Fundación del Colón, y ahora la revista está tercerizada. g) El Departamento de Fotografía, Audio y Videos (o DVDs) es muy importante para la difusión de las actividades del Teatro; en la actualidad hay un programa de radio en Radio Nacional Clásica y otro de TV en Canal 7; se han hecho antes publicaciones de Videos y CDs y actualmente se está editando una nueva serie de CDs de ópera denominada Memoria Histórica, con materiales liberados de derechos. h) La Biblioteca del Colón está bastante bien surtida y puede ser consultada libremente en años normales. i) El Museo de Instrumentos Musicales está esperando su lugar permanente (planteado en el Master Plan bajo la proyectada Plaza del Vaticano entre Toscanini y Viamonte); en temporadas recientes se exhibió parcialmente en el foyer de Platea.
Párrafo aparte merece el Instituto Superior de Arte del Colón, que prepara en aulas que están dentro del teatro a alumnos en distintas especialidades, destacándose el canto, el ballet, el maquillaje y la formación de régisseurs. Muy pocos teatros líricos del mundo tienen el apoyo de un instituto semejante , una de las grandes distinciones positivas del Colón con respecto a su competencia. Si bien necesita de mayores y mejores instalaciones, continúa su amplia labor desde hace décadas y recientemente se refaccionaron varias de las aulas.
En décadas recientes hubo una expansión de la cantidad de personal, que actualmente su ubica en algo menos de 1.400. En general la
opinión pública estima que ese número es excesivo; es un asunto que debería ser analizado sin prejuicios en función de las necesidades del teatro.
En ningún caso y de ninguna manera se debiera optar por la tercerización de la producción (como fue el caso en el Teatro alla Scala de Milán recientemente); son muchos los miembros de las secciones técnicas que temen que las autoridades tomen ese mal ejemplo como modelo. La producción integral que ofrece el Colón es admirada por grandes personalidades de la lírica del mundo y es uno de los factores que lo distingue y valoriza; muy difíciles puestas realizadas con admirable calidad demuestran que más allá de los conflictos sigue habiendo un personal idóneo y comprometido con el Colón, que hay que cuidar y promover.

CARGOS JERÁRQUICOS

La estructura tradicional del Teatro tiene cuatro Directores: General, con poder de veto sobre los demás; Artístico, abarcando todos los aspectos de la programación u operatividad, excepto el Técnico; el Administrativo, que coordina el manejo del presupuesto con el General y aplica todos los aspectos organizativos de su área; y el Técnico (o Esceno-Técnico, como ahora lo denominan), que controla la puesta en escena de los espectáculos. Esta estructura, que en principio parece buena, tiene la falla de subordinar el Artístico al General, cuando es lo artístico lo que define al Teatro. Además, está la dificultad del frecuente choque de personalidades opuestas (a veces tontamente buscado por la Jefatura de Gobierno, ya que aquí no se aplica aquello de “divide y reinarás”). El Jefe de Gobierno debe elegir jerárquicos cuya compatibilidad esté comprobada, o dejar que el General elija su artístico, por las evidentes ventajas del trabajo en equipo. En la actualidad hay en la estructura una innovación incomprensible: el nombramiento de un Director General Adjunto, que en la práctica es superfluo: las tareas del Director General son propias de él; puede tener un asistente pero con otra jerarquía. Y la otra presumible tarea de ese Director Adjunto, la Administrativa, también está cubierta. Tener en cuenta también las funciones específicas de un Director General actualmente: comprende no sólo los lineamientos generales artísticos consensuados con el Director Artístico, sino que puede ocuparse de modo directo de los honorarios de los artistas (en ciertas etapas esto lo realizó el Artístico), contratar para el Colón números específicos artísticos que no sean producidos por el Teatro , buscar el apoyo de sponsors, representar al Colón ante la Jefatura de Gobierno y la Legislatura, o ante otros estamentos políticos o artísticos nacionales e internacionales, promover y realizar cambios ejecutivos dentro del Teatro, ocuparse de problemas de seguridad, y un amplio etcétera.
Si bien la carga de trabajo es grande, la experiencia histórica demuestra que la mejor solución es unir en una sola persona los cargos de Director General y Artístico, naturalmente si es la indicada en cuanto a idoneidad, buen rumbo y capacidad de absorber tareas. Y si sabe delegar con inteligencia. En varias ocasiones, y por nombramiento directo, se tuvieron con este esquema las mejores gestiones del Teatro, ya que hay unidad de criterio. Pero ya sea con esta modalidad o con la separación en dos cargos, un aspecto esencial es la buena relación y la comunidad de ideas entre el Director del Colón y el Jefe de Gobierno a través de su Ministro de Cultura. Con respaldo adecuado e ideas positivas se tiene un buen Teatro. Si hay injerencias indebidas políticas , no se logra. Se debe considerar el asunto como un pacto recíproco, y la lealtad es factor esencial (en ambas partes). El Jefe de Gobierno no necesita ser especialista en cuestiones musicales, pero sí estar de acuerdo con el objeto y las líneas generales de operatividad del Colón.
¿Qué deben exigirle sus superiores jerárquicos al Director del Colón? Varias cosas:
a) Confección y ejecución de un plan plurianual de ópera, ballet y conciertos que tenga calidad artística de acuerdo a los parámetros presupuestarios razonables que se hayan fijado.
b) El estricto cumplimiento de ese presupuesto. Ello implica un método de confección de presupuesto que tenga un exacto conocimiento de los costos y del control de los mismos.
c) El aprovechamiento más integral posible del Calendario en todos los ámbitos de actuación que posee el Teatro.
¿Qué debe exigirle el Director del Colón a sus superiores jerárquicos?
a) Que lo respalden plenamente en la medida en que él haya cumplido el pacto.
b) Que no interfieran el Calendario con funciones oficiales no previstas o con espectáculos que no condicen con la vocación del Teatro, o que sí condicen pero alteran la mecánica interna de ensayos.
c) Que eviten hacer entrar “protegidos” a la planta de trabajo del Colón y que no ataquen por motivos políticos a artistas del Teatro.
d) Muy especialmente, respetar las pautas que ellos mismos han marcado (como por ejemplo, no disminuir el Presupuesto).
Hay un punto que merece una especial mención: ¿qué es un presupuesto razonable? Los sueldos y gastos fijos son un porcentaje muy mayoritario del total de gastos, un poco más de un 85%, y se pagan aunque el Colón esté inactivo. Cualquier ahorro es sobre el 15% restante, que cubre producciones y honorarios. El problema se agudizó con la devaluación (3 a 1 en dólares, 4 a 1 en euros) que ha significado un enorme retroceso en la posición relativa del Colón con respecto a los grandes teatros del Hemisferio Norte. Y en consecuencia, si antes se disponía de una suma ya exigua de unos 12 millones de pesos equivalentes a igual número de dólares, ahora equivalen a 4 millones de dólares. No hay teatro internacional que pueda manejarse a alto nivel con una suma tan reducida. Por ello la Ciudad debería asignarle al Colón una partida presupuestaria mayor con lo cual el Teatro podría recuperar parcialmente su posición internacional ( si en los años 60 estaba entre los diez primeros del mundo, es difícil establecer su posición en el ranking actual, pero es ciertamente muy baja para un teatro de sus proporciones, el segundo teatro lírico más grande del mundo, y su prestigio ). Si es política de la Ciudad (y debería serlo) posicionar a Buenos Aires como la capital cultural de Sudamérica que supo ser, tiene perfecta lógica que se refuerce el presupuesto del Colón.
En años recientes se practicó un sistema que aún rige y que resulta negativo y arbitrario: todo lo que no es fijo se financia con ingresos reales por Boletería o alquileres y no hay garantía de una cifra, lo cual provoca un horizonte de total incertidumbre que conspira a la hora de programar con una anticipación de por lo menos tres años, plazo mínimo para que las figuras relevantes en la música internacional actual puedan volver a ser contratadas y así formar parte de los elencos de las producciones del Teatro, de maner tal que no sólo aquellos que tienen medios para viajar al exterior puedan tener contacto con las primeras figuras del exterior, sino que esto se haga extensivo al público porteño. Además el sistema actual puede estar muy afectado por la inflación si ésta fuese alta (incluso si la inflación anual es de 10% ya resulta significativa y puede provocar desfasajes en los pagos si no se asignan recursos adicionales). Se impone volver a la lógica en un teatro que es municipal y hacer un sistema contrario: lo que se recupera a través de la taquilla vuelve a Gastos Generales pero el presupuesto asignado a la programación cada año no depende de tal recuperación. Mientras persista el sistema que rige hoy en dia no hay posibilidad alguna de presupuestar a largo plazo, que es otro aspecto esencial no cumplido en la actualidad.
Además el presupuesto siempre debe contemplar suficientes fondos para el pago: por una parte de los derechos de autor y por otra de los alquileres de materiales. Son éstos los gastos normales de cualquier gestión con calidad artística (que implica renovación y amplitud) y no pueden supeditarse a estrecheces de caja; si no se contemplan llevan a una debacle, como ocurrió hace unos años y las editoriales casi paralizan al Colón.
Han sido muy serios los problemas ocasionados por la “cuenta única” implantada en 1998, centralizando todos los gastos de la ciudad; en el sistema anterior, pese a no haber una autarquía declarada, existía una semiautonomía que aplicada con habilidad había permitido que las cuentas del Colón se fueran pagando en tiempo y forma sin grandes sobresaltos. Se optó por la cuenta única debido a la sobreejecución presupuestaria que se había producido en los teatros de la ciudad y la intención era la de controlar mejor los gastos; pero la solución pasa por auditorías permanentes que impidan tal sobreejecución; ahora burócratas sin sentido de la dinámica de un teatro manejan el dinero municipal con criterios que no se compatibilizan con las necesidades del Colón, enviando dinero tarde con mucha frecuencia. Por eso sería deseable que el Teatro obtuviera la autarquía, que le permitiera disponer de las partidas presupuestarias que el Estado le asigna, y de los ingresos que genera por si mismo.

FUNDACION TEATRO COLON


Hace varias décadas que existe y su misión, como la de entidades similares en el mundo, es apoyar al Teatro. Puede hacer o financiar los programas u otras publicaciones, dar becas, comprar elementos que se necesiten con urgencia y no figuren en presupuesto, pagar honorarios de artistas, dar funciones a beneficio del Colón, etc. Obtener financiamiento privado para la Cultura es difícil en el país, aunque debiera ser mucho más fácil a partir de la reciente sanción de la ley de mecenazgo en la Ciudad; hasta que dicha ley entre en vigencia, ya que a la fecha de redacción de este informe el Poder Ejecutivo de la Ciudad no la había reglamentado, varias campañas han mejorado el aporte de fondos, que sin embargo sigue siendo bajo.

CARACTERISTICAS DESEABLES DEL DIRECTOR DEL COLÓN


Teniendo en cuenta la gran dificultad y especificidad del cargo, resulta útil definir las características que debería tener, en la variante considerada preferible por el que firma, de Director General y Artístico. Son múltiples las características deseables y nadie las tiene todas, pero quien más se aproxima es el mejor candidato :
Conocimiento musical profundo en los repertorios de ópera, ballet y conciertos (especialmente sinfónicos). Dominio de las técnicas de gerencia (camino crítico, manejo de reuniones, organigramas, trámite administrativo oficial, expedientes). Experiencia previa en teatros líricos (deseable, no indispensable). Cultura general amplia. Dominio de idiomas (inglés imprescindible, deseables francés, italiano y alemán). Haber viajado con frecuencia al exterior, en particular Europa (se requiere un punto de vista internacional). Saber trabajar en equipo (debe tenerse poder de mando pero saber conciliar y delegar). Estar dispuesto a dar tiempo completo al Teatro durante toda la temporada (con frecuencia esta muy deseable condición no se cumple; no están contados aquí los viajes necesitados por la gestión porque también son tiempo para el Colón). Ser disciplinado pero flexible, honesto tanto en el sentido del manejo del dinero como en sus actitudes (integridad), apolítico en su manejo artístico, estar dispuesto a mantener buenas relaciones públicas, prestarse a entrevistas y presentaciones. Firmeza pero justicia en el manejo gremial, jamás mentirles. Atenerse rigurosamente al Calendario. No aceptar presiones indebidas, así fueren de sus superiores jerárquicos. Mantener coherencia con las directivas generales de la Jefatura de Gobierno y el Ministerio de Cultura pero exigir que las pautas convenidas se mantengan. Tener equilibrio y tino. Manejarse sin camarillas y sin autopromoción. Tener capacidad de planificación para tres años mínimo (un teatro que funciona bien tiene cinco años de planeamiento previo). Conocer cuáles son los artistas valiosos de la actualidad y en qué roles y estar informado sobre sus “cachets”. Tener un espíritu artístico renovador sin exagerar y contemplar todos los estilos dentro de cada época.
Como puede observarse, es una lista impresionante y que sin embargo no agota todos los requisitos. Muchos de ellos son opinables y no computables, dificultando mucho un presunto concurso; y de hecho, no se procede por concurso en Europa sino que las autoridades eligen figuras prestigiosas que se estima estarán a la altura de las circunstancias. Los sistemas son distintos y no vale lo mismo para Viena que en el caso de París o Milán, pero siempre son nombramientos directos.
Cabe agregar que mucho depende, en el nombramiento directo, del buen criterio y el correcto asesoramiento que tenga el funcionario político, para lo cual sin duda es útil que él mismo tenga cierto contacto con los referentes culturales.

REGLAMENTOS, CONCURSOS y JUBILACIONES

En casi todas las etapas del Colón ha habido problemas de reglamentos de trabajo y los hay ahora. Hubo varios intentos de modificar este viejo reglamento, todos sin éxito. Cuando se pretendió que se aplicaba un reglamento nuevo éste no estaba consensuado y las transgresiones al mismo eran constantes. En la actualidad siguen rigiendo los denominados “usos y costumbres”, o sea las maneras de organización que tienen décadas de vigencia, muchas de ellas avaladas por actas firmadas por delegados y directores.
Concursos: durante muchos años el Gobierno culpablemente no hizo concursos para completar las plantas artísticas y técnicas y por ello había un importante porcentaje del orden del 25 al 30% de empleados por contrato de servicio, contratos “basura” sin cobertura alguna y que permitían echar sin indemnizar. Cuando finalmente los realizó hace siete años fueron mayormente usados para estabilizar a los contratados. Los cambios de planta fueron mínimos y en el caso del Ballet, se da el caso de que no haya primeros bailarines designados o que algunos se hayan estabilizado a los 40 años de edad, por la quita del regimen especial que tenían en el pasado que les permitía jubilarse a esa edad. El procedimiento lógico en el futuro es que se realicen concursos abiertos y libres toda vez que sea necesario, pudiendo en ciertos casos acumularse hasta tres o cuatro vacantes, pero no más. Es una de las premisas de excelencia para nuestro Teatro.
Con respecto a las jubilaciones, en el 2005 se sinceró parcialmente una vieja situación que estaba en la base de los reclamos legítimos de los artistas que llevaron a las huelgas: se blanqueó casi el 50% del sueldo que se pagaba en negro y que no contaba para la jubilación, provocando así que éstas fuesen muy insuficientes y que los empleados no quisieran jubilarse, cosa que ocurría porque los Gobiernos preferían hacer la vista gorda a sanear el régimen. Ello fue un paso adelante, pero no arregla el problema de aquellos que están en sus últimos años de trabajo; p.ej., un clarinetista que tenía 63 años en 2005 debería jubilarse este año y le computarán los últimos diez, o sea que tendrá dos años blanqueados pero ocho sin blanquear. A ello se agrega el especial caso de los bailarines que antes tenían un régimen especial, pero ahora deben jubilarse a los 65 años. Por supuesto esto los convierte en inactivos por desgaste físico, y además obliga a contratar gente nueva en condiciones físicas aptas, que no puede estabilizarse porque los que deberían irse no se van. Así se vuelven a acumular contratados en una situación de absurdo kafkiano.

SISTEMA DE FUNCIONAMIENTO


En el mundo hay dos sistemas básicos de funcionamiento de los teatros líricos: de temporada y de repertorio. En el primero , cada año se da cierto número de títulos, con la premisa de cambiarlos cada temporada salvo excepciones: si el número de títulos es suficiente la rotación adecuada se produce y permite cubrir las obras más significativas de los distintos períodos y en varios idiomas ; en caso contrario, indefectiblemente hay hiatos excesivos entre reposiciones y poco lugar para estrenos. Los teatros italianos, franceses, españoles y argentinos funcionan con este sistema, que permite formar elencos específicos y renovar las puestas de escena ( a veces en demasía, si no se ha sabido, o podido conservar las buenas puestas). Los teatros alemanes y austríacos funcionan con el otro sistema, “de repertorio”; un teatro como el National de Munich da unas cuarenta óperas anuales de las cuales entre 30 y 35 están en repertorio permanente y cinco o algo más son reposiciones con nuevas puestas o estrenos; puede haber algunos cambios pero el núcleo del repertorio es intocable. Se basa en un elenco estable importante capaz por sí mismo de hacer frente a la mayor parte del repertorio, aunque por supuesto hay invitados. Tiene el inconveniente de que sólo las novedades son ensayadas en detalle; las reposiciones de títulos de repertorio tienen escaso o nulo ensayo y raramente llevan a una representación unificada. Las dificultades provocadas por la crisis argentina han llevado al aprovechamiento intensivo de un pequeño núcleo de artistas locales, lo cual parecería un principio de elenco estable, pero dentro del sistema de temporada; con más fondos que permitan la necesaria y tradicional categoría internacional del Colón se lograría un equilibrio entre los extranjeros y los argentinos. Aquí el sistema de repertorio también es imposible por las limitaciones de ensayo de un teatro que necesita una semana de cierre al público por cada título de la temporada, debido a la precariedad de las salas de ensayo de los años 70 construidas en el tercer subsuelo; por la carencia de voces que puedan afrontar los grandes repertorios; porque el público está acostumbrado a la variedad y no aceptaría tanta repetición ; porque el calendario está compartido con el ballet y los conciertos; porque el costo de mantenimiento resulta mucho mayor; y porque el recambio de turismo, tan importante en este sistema, si bien ha aumentado todavía está muy lejano de lo que pueden convocar Viena o Munich. Sin embargo gente que conoce mal los sistemas ha pretendido que tal implantación es posible. Además han surgido en esta última década óperas alternativas al Colón que han ampliado la oferta y que con frecuencia usan los mismos artistas. Hay también salas en el mundo con sistemas mixtos, como el Metropolitan de New York o el Covent Garden. El Met ofrece varios títulos por semana pero procede por bloques de títulos, no los mezcla como en Viena, donde podría verse, p.ej., “Las Bodas de Fígaro” de Mozart con seis elencos distintos en otros tantos meses. Y el Covent a veces ofrece más de un título por semana, pero su limitación básica es que la ópera comparte el teatro con el ballet por partes iguales.

PRECIOS


La política de precios ha variado mucho a través de las temporadas. En momentos más iluminados se ha tenido en cuenta la obligación de ofrecer calidad a precios más bajos, llamados “populares” , o muy bajos, llamados “popularísimos”. Esto, que en principio es una idea sana, parte de la vocación que debe tener un teatro municipal de formación de nuevos públicos y de permitir el acceso al teatro a gente que no tiene tantos medios. Para no hacer historia demasiado antigua, recordemos que en años recientes los abonos fundamentales han sido cuatro: el Gran Abono, cuya etiqueta obligatoria se ha trasmutado en voluntaria, y para justificar su mayor precio era en décadas anteriores siempre la primera función de un título; esto se ha degradado en años recientes y con frecuencia no ocurre, ocasionando la ira de esos abonados. El Abono Nocturno a secas pasó a llamarse Abono Nocturno Tradicional cuando la demanda provocó la necesidad de un nuevo abono, que pasó a llamarse Abono Nocturno Nuevo. Y el cuarto es el siempre popular Abono Vespertino de los Domingos. Cualquier título debe cumplir con estos cuatro abonos, aunque muchos han protestado que con precios similares con frecuencia el Abono Nocturno Nuevo ha tenido el segundo elenco y no el primero (en los casos de dobles elencos, modalidad habitual adoptada con el criterio de que en caso de enfermedad los miembros de ambos elencos puedan reemplazarse recíprocamente). Algunos títulos seleccionados forman parte además del llamado Abono Especial, y a veces del Abono DAIA (que también incluye ballet y conciertos). Siempre debería haber al menos una función extraordinaria, o sea fuera de abono, incluso en estrenos o en títulos conceptuados como difíciles, y éstas deberían tener menor precio ; no siempre se cumple. La cantidad de funciones está generalmente entre cinco y ocho; raramente la demanda queda decepcionada, lo cual indica que el camino es correcto.
No debería olvidarse que el género lírico es el más caro en el mundo y que los valores en dólares o en euros de plateas en grandes teatros resultan muy elevados, equivalentes a valores que oscilan entre los 450 y los 700 pesos argentinos para las funciones normales, siendo mucho más caras en las galas o en ciertos festivales. Pero también es verdad que esos espectáculos presentan a los más famosos artistas y ello dista de ser cierto en la actualidad en Argentina.

INVERSIÓN DEL COLON


El Colón, una vez superada la etapa inicial de concesión a empresarios (1907-28), se institucionalizó y municipalizó a partir de 1928 con la creación de sus cuerpos estables. A partir de entonces se siguió el criterio de los teatros europeos subvencionados por el Estado, ya sea nacional, provincial o municipal. Se basa en la responsabilidad cultural del Estado, y por ello el gasto se considera inversión. Todos los teatros líricos del mundo dan pérdida en la actualidad. En Europa esa pérdida es enjugada básicamente por el Estado, si bien en los últimos quince años se intenta que cierto porcentaje lo asuman mecenas privados. En los teatros de Estados Unidos no hay tradición de responsabilidad cultural estatal y en su mayor porcentaje se depende del mecenazgo privado; en ese país hay filantropía, leyes adecuadas y mucho dinero. Recientes gobiernos porteños han pretendido ir cambiando la ecuación y han estado mezquinando fondos a pesar del fuerte superávit que tuvo la Ciudad en el 2003, 2004, 2005 y 2006.
Ante la falsa pero siempre invocada disyuntiva de la presunta injusticia de invertir fondos en cultura cuando hay necesidades sociales apremiantes, conviene notar que uno solo de los muchos hospitales municipales, el Garrahan, cuesta tres veces más que el Colón por año. En términos internacionales el Colón ya costaba barato antes de la devaluación; después, los valores llegan a apenas unos U$S 18 millones por año; culaquier teatro de primera línea cuadruplica al menos esa cifra y en algún caso (Opera de Viena) se multiplica por ocho. Quien firma insiste sobre un aumento de presupuesto y como primera etapa de una gradual y sostenida recuperación en el ranking mundial. Buenos Aires es una ciudad rica, con fuertes impuestos que pagan sus ciudadanos, los mismos que tienen derecho a un mejor Teatro Colón.
Es verdad que el Colón no está en una burbuja, y que su recuperación debe acompañar a la de la ciudad y el país. No es ajeno el Teatro a una situación en la que los abonados salen y se encuentran con cartoneros y basura en la calle, pordioseros, y niños mendigando. A lo que se agrega que el Colón ha sufrido vandalismos varios en años recientes. Pero también hay pobreza e inseguridad en los suburbios de las capitales europeas como París, aunque en grado menor, y no por ello se pone en tela de juicio el presupuesto del Palais Garnier y la Opera de la Bastilla. Es que la necesidad de la cultura se considera política de Estado; aquí también debe serlo, alejándose de la frivolidad “light” y del mercantilismo farandulesco.

MÉTODO DE CONTRATACION EXTRANJERA

Se ha mencionado anteriormente la instauración de la cuenta única en 1998. Antes de esa fecha, el Colón podía programar con tres años de anticipación, enviando contratos a los artistas sin tener que esperar a que toda la temporada estuviese aprobada por las autoridades. Pero desde 1998 es sólo hacia noviembre de un año que se pueden empezar a confirmar a los artistas los contratos de la temporada siguiente. Ello es completamente deletéreo para las posibilidades del Colón en su competencia con el mundo: los artistas de rango no están dispuestos a tal incertidumbre, y además tienen generalmente entre cuatro y cinco años de calendario cubiertos. Mientras no se retorne al sistema anterior, el Colón estará en la triste paradoja de ser un edificio de primer mundo con políticas de tercer mundo, sin posibilidad alguna de recobrar su calidad. Debe poderse hacer contratos que queden perfeccionados con la firma del Director General y del artista sin necesidad de refrendación global de temporada por el Jefe de Gobierno, por eso la ya mencionada importancia de la autarquía para el Teatro.

OPERATIVIDAD DEL COLON EN 2007

Edificio del Colón: no todo está cerrado. Por ej., se están utilizando las salas de ensayo del Tercer Subsuelo para los ensayos de las dos orquestas. Y Prensa sigue ubicada en la misma oficina. Incluso se atendió gente para la renovación de abonos en los foyers, y de modo más limitado han continuado las visitas guiadas. Y el CETC, con sus instalaciones renovadas, ofrece su temporada dentro del Colón.
Sin embargo, se han obtenido otros ámbitos para ensayos y depósitos durante esta temporada: un depósito en la calle Conesa y el teatro de la Sociedad Hebraica.
El Teatro Coliseo es la sede de la temporada de ópera más algún concierto y uno de los ballets, debido a la presencia de un foso orquestal importante. El Presidente Alvear alberga al Ballet. Y la Orquesta Filarmónica ofrece su abono en el Gran Rex y dará conciertos extraordinarios en la Sala Martín Coronado del Teatro San Martín. También se menciona al llamado “Petit Colón” de Villa Urquiza como sede de la Opera de Cámara del Colón en el segundo semestre del año, ya que su refacción no está terminada. Y se habla (aunque no está anunciado) de la posibilidad de volver a utilizar el Luna Park para algún espectáculo que se considere de probable éxito, como consecuencia de la repercusión que tuvieron las funciones de “Turandot” en Noviembre pasado.
Hasta el momento no ha habido problemas de fondo y las temporadas respectivas se han ido realizando, contradiciendo agoreras profecías de inactividad total.

EL MASTER PLAN


Que un teatro inaugurado en 1908 pueda estar necesitando refacciones ya próximo a su centenario es un supuesto lógico. Hay que recordar sin embargo que ya hubo tres etapas donde se realizaron importantes cambios, en general poco felices. La primera, en 1938, amplió los subsuelos bajo la plaza lateral y además se hizo un túnel conectando los talleres con el escenario. Entre 1968 y 1972 se realizó una justamente controvertida tarea de ampliación subterránea que agregó miles de metros cuadrados al Colón (desde 1908 hasta 1972 el Colón se amplió de 35.400 m2 a 58.000 m2); centenares de memos de la Dirección Técnica del Teatro a la dirección de obras no fueron tenidos en cuenta, y los errores técnicos y de concepto fueron tan serios que la obra no fue recibida por la Municipalidad y el contrato entre el estudio contratado y la Intendencia de Saturnino Montero Ruiz fue abruptamente cancelado faltando todavía varias etapas del lado de la calle Toscanini, provocando un cierre anticipado de temporada alemana. Y durante unos veinte años, hubo una gran tapia perimetral entre Toscanini y Viamonte porque ningún gobierno se decidió a completar la obra... Lamentablemente los errores, sobre todo en salas de ensayo, nunca fueron corregidos.
También durante 1987 se cerró el Colón en plena temporada y se mantuvo cerrado más de un año pretextando la necesidad de modificaciones en el escenario; por supuesto si esto hubiera sido cierto se lo hubiera planificado con tiempo, no del modo extemporáneo en que se hizo; la realidad es que el gobierno de ese entonces tenía un problema gremial que no sabía cómo resolver y con la refacción ganaba espacio para negociar. Allí se modificaron los puentes altos del escenario agregando mucho metal y afectando ya entonces la acústica.
El Master Plan surgió de un préstamo contingente del BID; la coordinación y consenso con el personal del Teatro han sido relativos y hubo muchas denuncias de indiferencia o soberbia contra las autoridades del Master Plan; hay incluso especialistas independientes que consideran poco idóneos a varios miembros del equipo y se sabe de artículos atacando al Plan que no fueron publicados.
La Dirección del Master Plan encargó material impreso útil para difundirlo: un volante profusamente ilustrado fue entregado a los abonados y un folleto explicativo dio una semblanza bastante más detallada. Se supone que este folleto esté siendo reelaborado en versión bilingüe castellano-inglés. Además se hicieron ( y se siguen haciendo) visitas guiadas a periodistas, restauradores y otra gente interesada, aunque se sabe de restricciones en la lista (no todos los interesados han podido lograr su inclusión en el cupo).
Como subtítulo de Master Plan se lee: “Puesta en valor y actualización tecnológica 2007-8”. Dice el volante: “El Master Plan abarca...la totalidad del edificio, a través de una secuencia de obras articuladas entre sí..., optimizando tiempos e inversión”. Sin embargo, las señales de fuerte atraso son muchas; hay todavía licitaciones fundamentales que no se han anunciado y el Colón cerró en Noviembre 2006. Hay también una declaración de Terreno en un diario: “quizá no se alcance con todos los trabajos a mayo 2008 (debería decir abril 2008) pero igual el Colón tendrá temporada normal”. Nada se dice en cuanto a qué tareas quedarían pendientes y cuándo se realizarían.
Dice el folleto: “Comprende la restauración del edificio histórico, la ejecución de la Plaza del Vaticano, obras en la caja escénica y la renovación de las instalaciones”. En la llamada Plaza del Vaticano se haría un espacio al aire libre para espectáculos pero el proyecto ganador no muestras gradas ni foso. Uno se pregunta para qué servirá, y si no sería tanto más lógico usar el teatro grande con aire acondicionado, o si no mejorar el anfiteatro del Parque Centenario, ya que la cercanía inmediata con el Colón será seguramente molesta en caso de espectáculos simultáneos, puesto que habrá fuerte amplificación.
“Inicialmente se realizaron relevamientos y diagnósticos a fin de establecer prioridades y secuencias, y se comenzó por el saneamiento de la envolvente externa (cubiertas y fachadas). A la fecha se han concluido numerosas obras y varias se encuentran en ejecución. La inversión total será de U$S 25.000.000”. Varias de las obras terminadas ( vitrales pomposamente inagurados a fines del 2006 ) ya han suscitado protestas por parte de especialistas que han mencionado deterioros evitables y fisuras mal selladas que permiten la filtración de agua. Conviene recordar además que este folleto se distribuyó hace ya 16 meses.
El volante muestra básicamente fotos de trabajos realizados o a realizar con sus respectivas leyendas. El folleto tiene 72 páginas y hay buenos materiales en él. Figura un amplio equipo de no menos de 43 profesionales, en rubros tales como Instalaciones, Cateos y pruebas, Acústica, Restauración, Proyectistas/Documentistas y Directores de Obras.
Hay también una página en la que se dan cifras de inversión prevista con el monto de los trabajos a la fecha de su contratación. Por citar algunos ítems: Vitrales; Servicios; Sistema de control de la maquinaria escénica; Museo y Centro de Documentación (nuevo, bajo Plaza del Vaticano); Aire acondicionado en el Salón Dorado; CETC proyecto integral de sala (esto se terminó).
Si bien a efectos del Master Plan no tiene importancia, hay dos páginas plagadas de errores sobre la historia del Colón.
Se encuentran frases peligrosas o dudosas en los Objetivos Generales:
“Ampliación de calidad y cantidad de la oferta de espectáculos musicales”. Si significa más ópera , ballet y conciertos clásicos por mejora de instalaciones, bienvenido. Pero si la ampliación de oferta pasa por espectáculos de música amplificada, o por otras actividades que no condicen con la vocación de este Teatro, se cambia el objeto del Colón y es grave.
“Refuncionalización y optimización del edificio existente”. Aquí también cabe dudar: ¿qué implica “refuncionalizar”? ¿Hacer que el edificio sirva para otras cosas que las que siempre han sido su objeto? ¿Servir para convenciones? ¿Tener instalaciones de amplificación permanentes?
Financiación: aquí agregan a los U$S 25.000.000 la palabra “aproximadamente” y añaden al BID y al Tesoro del GCBA la Fundación Teatro Colón y contribuciones privadas. No se arriesga cifra.
Luego se listan los trabajos. Algunas cosas merecen mencionarse. “La caja escénica: sistemas contra incendio; modernización del telón cortafuego; nuevo sistema de control de la maquinaria escénica; reforma escenotécnica”. Algunos de quienes pudieron tener acceso a los detalles estuvieron francamente preocupados y montaron una campaña a partir de Octubre 2006 que obtuvo cosas importantes: no se tocará el muro histórico; no se cambiarán montacargas de lugar (ambas cosas estaban en el proyecto, lo cual indica que bajo presión el Master Plan ya ha cedido en puntos significativos).
A veces hay críticas al Estudio que se hizo cargo de la reforma en 1968: “la carpintería metálica se encuentra en avanzado estado de oxidación. Los ladrillos de vidrio (patios en subsuelos) se encuentran quebrados”.
Un área bajo la Plaza del Vaticano se destinará al Museo y Centro de Documentación y además a la construcción del tanque de reserva para incendio y a un grupo electrógeno.
Sala: hay polémica centrada en la renovación de textiles debido al requisito de ser ignífugos, especialmente en el caso del telón de boca, que ha sido bajado y almacenado en el tercer subsuelo. Algunos legisladores han insistido en que hay que restaurar pero no reemplazar el telón y que los apliques son restaurables, como también lo son telas en palcos y cenefas bordadas. El Master Plan ha invitado a expertos europeos en meses recientes y el tema todavía está en análisis.
Escenario : marcan limitaciones que son reales:
“Carece de hombros suficientes; el montacargas invade el escenario; no hay área de ensayo alternativa al escenario de dimensiones suficientes ”.
“No hay áreas de montaje de escenografía” (en la zona aledaña al escenario) “de iguales dimensiones” ( a las del taller escenográfico); “la conexión entre los talleres y el escenario es funcionalmente inadecuada “ (se intentará ampliar a 5 m el corredor de acceso). “No hay una vía apropiada para el ingreso y/o retiro de escenografías al Teatro desde la calle” (una modificación al respecto, como se mencionó antes, se descartó por afectar la estética y la acústica del edificio, que es monumento histórico).
“El edificio carece de sistemas de seguridad suficientes”; esto es muy cierto y bienvenida una mejora.
Reforma escenotécnica: iba a incluir ( varios ítems se suspendieron o están en revisión por las críticas ):
“Incorporación de capilla” (la parte más profunda del escenario, que da a Cerrito) “para dar más profundidad” (esto es factible, pero con aislación acústica con respecto al ruido de la calle); dos plataformas montacargas de 4,50 m. por 14 m, más una menor de 2,40 por 5 m” (en plena revisión por afectar la acústica). “Foso de orquesta: Se nivela con el escenario en su posición superior; se ensancha en los extremos” (sujeto a discusión: parece deseable para dar más espacio a los músicos pero nuevamente están los que creen que afecta la acústica). “Nuevas áreas de ensamble: Espacio multipropósito de 12 por 18 m conectado a otro de 25 por 10 m” (son muchos metros, no explican dónde estaría ubicado). “Montacoches para ingreso de contenedores: Dimensiones: 12,35 m por 4,40 m”; esto aterra al personal del Teatro: consideran que se hace para importar producciones en contenedores y eventualmente desactivar los talleres del Colón. Citan la reforma de La Scala (antes mencionada), que tuvo muy mal resultado.
Cabe agregar que hubo pedidos de informes muy detallados enviados por la Legislatura al Master Plan , y que hay una Comisión de Patrimonio de la Legislatura que también está monitoreando el proceso.
Típicamente todas estas protestan llegan demoradas; hubieran debido ocurrir ya desde Marzo 2006 o aun antes para dar tiempo al análisis mucho antes del cierre del Colón. Una vez iniciada tardíamente en Octubre, la campaña incluyó mesas redondas, reuniones multitudinarias en la Legislatura, cartas y editoriales, comentarios radiales, polémica en Internet, etc.
Quien firma tuvo ocasión de hablar con la Arq. Terreno, encargada del Master Plan, y le hizo una pregunta cuya respuesta fue desconcertante; varios empleados habían hecho llegar la queja de que no había nada en el presuntamente muy inclusivo Master Plan que contemplara la mejora de las condiciones de trabajo en la zona de las salas de ensayo; la respuesta fue (y luego se comprobó que no respondía a la verdad) que los empleados se negaban a hablar del tema en paritarias. Pareció inverosímil y se consultó a los interesados, que dijeron que no son temas de paritarias sino de conversaciones directas por parte de los delegados de los cuerpos y el Master Plan; con posterioridad se supo que aparentemente hay promesas de derivar dineros originalmente previstos para ciertas modificaciones que han quedado descartadas y reconducirlos a la mejora de la zona de salas de ensayos.
Resulta por último muy importante clarificar que ciertos problemas de fondo son imposibles de arreglar porque son inherentes a la arquitectura misma del Colón. Si bien la agilización del armado de escenografías por ampliación del corredor y por esa presunta doble área de ensamblaje (si en efecto se realiza) facilitaría las cosas, dos variantes de las que se hablaba años atrás son sencillamente imposibles: a) la ampliación de las bambalinas para permitir el armado de escenografías que podrían deslizarse lateralmente al escenario está limitada por la integridad del muro histórico; b) no hay suficiente espacio debajo del escenario para poder armar allí una escenografía y subirla hidráulicamente. Si estas cosas hubieran sido factibles, quizás el cierre del teatro para ensayar entre título y título se hubiera podido reducir a dos o tres días, si además se hubiera hecho una tarea de transformación y ampliación de la Sala 9 de Julio en el Tercer Subsuelo (sala donde se ensayan las óperas, y con respecto a la cual en una reciente declaración, el Director Artístico Marcelo Lombardero expresó que sus dimensiones son similares a las del escenario del Coliseo, no del Colón...). De modo que es muy posible que la verdadera operatividad del Colón cuando se llegue a Abril 2008 no diferirá en mucho a la actual, y serán más bien factores de “cosmética” que los de estructura los que podrán apreciarse. Ello más allá de que las polémicas no paralicen al Master Plan, ya que sería muy lamentable haber cerrado el Teatro para que nada de positivo y sustancial suceda.

PROPUESTAS PARA EL FUTURO DEL COLON


Pese a las limitaciones que presenta su arquitectura, señaladas en el párrafo anterior, sólo unas pocas voces muy radicalizadas pueden pensar en reemplazarlo. No sólo el costo sería altísimo, sino que se perdería una belleza y una acústica que muchos creen únicos en el mundo. En cuanto a construir un “segundo Colón”, ello sería una solución similar a la de París, donde persiste el Palais Garnier pero se ha construido la Opera de la Bastille. Parece poco probable que ello ocurra aquí, donde más bien tenemos una situación similar a la de Viena: una ópera grande y a la antigua, y otra menor (el Avenida).
Gente totalmente negada a la cultura ha llegado a pensar en la eliminación lisa y llana del Colón debido a su costo de mantenimiento. La pregunta base es ésta: ¿por qué alguien que no tiene ningún interés en la música académica, debería admitir que un porcentaje de sus impuestos vaya a sostener una institución en la que no cree ni le sirve? Pero claro está que otro podría pensar: para qué mantener los hospitales públicos, “si yo voy a los mejores sanatorios privados”. O porqué apoyar el teatro o el cine o los museos. O los deportes, la televisión, etc. Son confusiones mentales o egoísmos a ultranza más expandidos de lo que podría creerse. Otros, incluso sin ir ellos mismos al Colón, saben darse cuenta de su importancia para la ciudad y de la lógica que tiene la utilización de dineros públicos (y por ende del contribuyente) para mantenerlo. Para muchísimos, su nivel de pobreza o indigencia hace que el tema del Colón pertenezca a otro mundo; lamentablemente siempre fue así, pero desde la crisis se nota mucho más. Si en la lucha contra esa realidad social se logra una mejoría, podría ocurrir que cierta cantidad de gente pueda pensar en esos otros mundos que le habían estado vedados por imposibilidad material, y quizás algunos se acerquen al Colón. Pero siempre habrá muchísimas personas que no van nunca al Colón aunque podrían acceder sin problema, sencillamente porque no tienen el gusto o la sensibilidad desarrollados hacia el amor a la música. Sin embargo, basta un pequeño porcentaje melómano y con medios en una urbe amplia como la nuestra (hay que pensar en el Gran Buenos Aires) para que el Colón pueda parecer chico en muchas noches. No todos van al teatro, o incluso al estadio a ver fútbol, o al cine. Pero son todas actividades que forman parte de la industria del ocio, y no hay sociólogo que no considere esencial el manejo del ocio en las sociedades desarrolladas actuales. Y a ello se agrega que el turismo cultural toma como meta a Buenos Aires cada vez con mayor frecuencia (es notable la cantidad de voces extranjeras que se escuchan en el Colón comparando con anteriores décadas).
Está también la influencia de la farándula y de lo “light”, que lleva a un mundo confuso que entrevera manifestaciones artísticas antagónicas. Y también una equivalencia falsa del éxito y la calidad; vale la sala llena, aunque lo que se vea es malo. Siempre habrá salas cuya tradición tolera esto, pero no es el caso del Colón. También hay que evitar la explotación política del sentimiento de inferioridad reflejado en la frase “¡al Colón!” y que ha llevado a tantos desaguisados a través del tiempo. ¿Pretende un gran pianista o violinista que su vida no está completa si no actúa en un gran estadio? Por cierto que no, pero sí abundan las figuras de la música no académica que declaran que su actuación en el Colón es la cima de su vida profesional. ¿Porqué un teatro lírico debe importarle a un ídolo popular que llena estadios con música amplificada? Esto siempre se ha debatido, pero los teatros líricos en Europa cuidan su prestigio, y raramente se ha admitido allí este tipo de cosas. Un teatro tiene una vocación, un propósito, y una tradición que lo avala después de muchos años de trayectoria; es el caso del Colón.
Del mismo modo, el uso puramente mercantil del Colón meramente para allegar fondos y disminuir el subsidio sólo puede justificarse si se presentan espectáculos que están en líneas con esa vocación. Y lo mismo vale para convenciones o actos políticos. El Colón ya tiene un calendario muy nutrido en base a lo que le compete y lo justifica.
Estos párrafos de introito pretenden poner en su lugar a aquellos que atacan la esencia misma del Colón. Todo hombre de cultura debe defender con vehemencia a esta fuente inigualable de ópera, ballet y concierto. Y ello en sus tres objetos mientras no exista el Auditorio de categoría y gran capacidad que permita derivar ciertas actividades de concierto a ese nuevo ámbito y así dejar más fechas para ópera y ballet, con la responsabilidad implícita de la Ciudad de proveer los fondos adecuados para ese calendario más intenso en esos géneros más caros que el concierto.
Desbrozados estos aspectos, veamos algunos aspectos posibles del futuro del Teatro, con propuestas factibles (algunas ya insinuadas en partes anteriores de este informe).
1) Cambiar el método de pagos eliminando la cuenta única, que ha sido un fracaso desde su implantación en 1998. Ello no sólo afecta al Colón sino también a los teatros del Complejo Teatral de Buenos Aires.
2) Otorgar la autarquía al Colón, con la libertad que ello implica y sin por ello renunciar al control mediante auditorías. La autarquía, sin embargo, necesita de medidas supletorias para funcionar bien. Ante todo, que el presupuesto sea adecuado y entregado en tiempo y forma; sin esto, la autarquía es una burla, como le ocurre al Teatro Nacional Cervantes.
3) Seguir realizando un estricto seguimiento y monitoreo del Master Plan, asegurando que las tareas esenciales se cumplan para que la entrega del Teatro se produzca a principios de Abril 2008. Intervenir con expertos en aquellos temas más polémicos. Presionar para la modificación de tareas conceptuadas como erróneas y para la realización de otras ligadas a las actividades cotidianas del personal, que aun siendo imprescindibles, no han sido contempladas (salas de ensayo y talleres).
4) Aprovechar el semestre Julio-Diciembre 2007 para armar un equipo de expertos en reglamentos que realicen conversaciones extraoficiales con el personal para poder luego hacer propuestas concretas y previamente consensuadas que vayan resolviendo los principales problemas operativos.
5) Por otra parte, resulta esencial redefinir en términos inequívocos la vocación del Teatro. Para quien escribe, no hay duda y ya quedó expresado: en forma excluyente, ópera, ballet y conciertos clásicos. Subsidiado por la Ciudad Autónoma en forma muy mayoritaria. No quita esto que se intenten apoyos de mecenazgo privado, pero cualquier aporte será por añadidura a la responsabilidad del Estado con respecto al mismo. Descartar el concepto del Colón con criterios mercantiles y reasumir plenamente, como lo hizo el Colón durante muchas décadas, su función de organismo esencial de la cultura musical de la ciudad.
6) Reafirmar también su condición de teatro de producción integrada, que durante la mayor parte de su trayectoria lo ha distinguido entre sus muy pocos pares en el mundo. No negarse a intercambios de producciones, aprovechando lo más plenamente posible su capacidad de producción, para aprovechar un tipo de cambio favorable que hace a nuestras producciones tan atractivas en términos de costos.
7) Mejorar fuertemente el presupuesto del Teatro.
8) Dictar legislación específica que contemple los casos de empleados que están entre los 55 y los 65 años y cuyo blanqueo de haberes en 2005 no les asegura una jubilación adecuada debido a la regla que sólo contempla los diez últimos años de actividad.
9) No debe conceptuarse al Colón, como frecuentemente ha ocurrido, como un campo de batalla entre gremios y funcionarios. Por supuesto hay agitadores allí como en todos lados, pero también gente que tiene 20 ó 30 años de Colón y que ha visto muchos abusos del Gobierno. Los negociadores deben ir con la mente abierta y dispuesta a analizar problemas específicos que el burócrata habitual desconoce. La analogía con otros estamentos del Gobierno a veces se aplica pero muchas veces no es así, ciertos problemas son privativos del Colón y necesitan de soluciones específicas para sus características. Por ello los funcionarios deben ser elegidos con mucho tino y preferentemente deben conocer el estamento laboral que están analizando. También es importante proceder con apretado cronograma y cumplir estrictamente con él; deben estar regulados los plazos y las sanciones por no cumplirlos por ambas partes. Puede haber casos que requieran de arbitrajes independientes que también deberán tener estrictos límites de tiempo. Negociaciones que se estiran varios años desalientan y fracasan. Por otra parte, puede justificarse realizar estudios comparativos con instituciones similares del mundo y traer expertos de otros países. Todo esto debe tener una supervisión estricta por parte de los Directores del Colón y del Ministro de Cultura.
10) Hay una cuestión que debe tenerse en cuenta: el prestigio ante el exterior. Si el actual Director Artístico trabaja como corresponde, ya debería tener armada la temporada 2008 y estar pensando en la de 2009, por más que sepa que en el absurdo sistema actual sólo puede “apalabrar” a los artistas a los que se quiere traer. Pero si la temporada quedase aceptada por el Jefe de Gobierno antes de fin de año, el correcto comportamiento (lamentablemente no muy frecuente aquí) es respetar los contratos y por ende si hubiera nuevo Director Artístico debería honrar los contratos firmados. Así hizo Gerardo Gandini en 1998 con los contratos firmados por Miguel Angel Veltri en 1997. Es que en el mundo de hoy avisarle apenas unos meses antes a un artista que se cancela su contrato puede significarle que se queda con un mes vacío en su calendario, porque en el mundo se programa con mucha antelación. Si se cancelan contratos sin razón válida ocurrirá luego que los artistas se negarán a firmar nuevos contratos, se habrá perdido la credibilidad. El ego de los directores no los debiera llevar a hacer “su” temporada y descartar la del antecesor a costa del prestigio de la institución. Es por ello que el Colón ha perdido imagen durante décadas recientes.
11) Deben reanudarse los abonos especiales para estudiantes y jubilados. Además, debe haber funciones extraordinarias a menor precio, ya que la función social es importante. También hay ideas que con alguna modificación podrían retomarse, como conciertos a precios bajos cuidando la calidad de grupos o artistas extra-Colón.
12) Deben realizarse concursos sin cortapisas para completar las plantas. Ello está ligado al asunto de la jubilación. Debe terminarse con aberraciones como ocurren en el Cuerpo de Baile (antes mencionadas). Los concursos deben tener mayoría de jurados extra-Colón para evitar camarillas y nepotismos.
13) La política de programación en las tres vocaciones del Colón deberá responder a estos criterios: variedad, renovación, exhumación, adecuada rotación, equilibrio entre conservadorismo y vanguardia.
14) Si el Master Plan aun no terminó aspectos secundarios para abril del 2008, realizar una adecuada programación que permita completarlos en el menor tiempo posible y sin volver a cerrar el teatro.
15) Los Directores principales (General y Artístico) deben tener contratos de cinco años renovables de mutuo acuerdo. (O el Director que es a la vez General y Artístico). Sólo se los podrá remover con causales graves especificados en el contrato, y si lo son injustamente deberán ser indemnizados. No hay otra manera de lograr una continuidad razonable en la línea artística del teatro, ya que la excesiva rotación, como hemos visto en años recientes, conspira contra la excelencia a la que aspiramos para el Teatro.
16) Deben estar contemplados, como lo han sido en años recientes, espectáculos para niños dentro de las vocaciones del Colón, siempre respetando el nivel de calidad que el Colón debe tener en todos sus aspectos. Y en el caso del Coro de Niños del Colón, hay que determinar sus condiciones de trabajo, que fueron absurdamente atacadas en la temporada 2006.
17) La recuperación del Salón Dorado en 2008 implica armar una intensa temporada de conciertos, espectáculos y conferencias sin pretender lucrar; ésa es la buena tradición del Teatro y hay que volver a ella. Se continuará con los cursos formativos de apreciación musical.
18) Conviene tener en cuenta la posibilidad de asistir a ensayos generales a precios mucho menores que los de las funciones; se ha hecho en temporadas recientes y es factible en un teatro organizado sin conflictos internos.
19) Boletería: a) implementar procedimientos más ágiles de renovación de abonos (hubo este año esperas de hasta tres horas); b) permitir pagar entradas hasta cuatro meses antes del espectáculo, como se hace en Europa, y con reservas por Internet, pensando no sólo en el turismo internacional sino también en el de provincias; c) pero dejar un cupo para último momento, evitando así la frustración del turista que no ha podido realizar una reserva con mucho tiempo. Mantener el pago en cuotas de abonos y dar turnos lógicos para los pagos.
20) Proyección del Colón fuera de su sede (descontando 2007): Por supuesto, los grandes espectáculos no son transportables ya que no hay teatros (salvo el Argentino de La Plata) que puedan asimilar una puesta de un amplio ballet o de una ópera grandiosa (el Luna Park es una opción acústicamente inaceptable). Pero pueden haber óperas de cámara o ballets de cámara más fáciles de llevar. No olvidar que existe la Opera de Cámara del Colón, que tiene esa flexibilidad. En cuanto a las Orquestas, pueden actuar en otros ámbitos, y en el caso de la Filarmónica sería buena idea realizar repeticiones de conciertos de abono en, p.ej., el Auditorio de Belgrano. Más allá de nuestra ciudad, los costos aumentan geométricamente y recargan el presupuesto anual, además de las limitaciones de otros teatros en la República. Se han registrado giras europeas de cuerpos estables como la Filarmónica, y ello es positivo para la difusión internacional de nuestra cultura y de nuestros artistas. El traslado masivo e integral de coro, orquesta, puesta y solistas en óperas producidas por el Colón no se ha producido nunca (y muy raramente hubo visitas de ese tipo; la de 1998 del Teatro Maryinsky de San Petersburgo fue una bienvenida excepción). Se han concretado en cambio viajes de grupos de artistas líricos del Colón actuando con orquestas locales , o de bailarines.
21) Televisión y radio: se deberá continuar con los programas actuales, aunque corrigiendo algunos aspectos demasiado livianos. Hay que evitar lo solemne pero tambien lo frívolo.
22) Debe descartarse todo comité de asesoría con respecto a la Dirección Artística; si ésta es idónea no la necesita, pero además el comité puede interferir y desautorizar excelentes ideas de programación (esto ha ocurrido en el pasado).
23) Más allá de tener bajo su mando a encargados de área con facultad de programar, el Director Artístico debe ejercer el veto previo; o sea, debe dar ideas y directivas previamente y luego participar en las etapas de elaboración : incluso en la etapa final, antes de concretar o anunciar cualquier programa, el Director Artístico debe tener derecho a revisarlo o vetarlo.
24) Es imperativo que el Colón vuelva a apoyar la creación nacional a través de encargos y concursos cubriendo sus tres vocaciones. Los encargos se hacen a compositores de probada trayectoria y los concursos pueden hacerse en dos categorías, de jóvenes (hasta 40 años) y de mayores de 40. Y debe haber sumas de dinero compensatorias, en especial para ópera.
25) Resulta muy interesante la posibilidad de sponsoreo de producciones o de artistas reconociéndolo públicamente y figurando en los programas. En la medida en que se logren suficientes mecenazgos específicos, la carga de financiación estatal que se ahorra puede pasar a la siguiente temporada y permitir un año más interesante en su oferta. Por supuesto, esto sólo si cambia el sistema y el dinero puede quedar en el Colón. La variante podría ser alguna combinación con la Fundación.
La lista seguramente podría extenderse pero si en el próximo período de gobierno se pudiera obtener un porcentaje importante de lo expuesto en los puntos precedentes, ya el Colón habría cambiado para mejor muy sustancialmente. Es un trabajo arduo y tesonero que exige mano firme y justa y plena colaboración entre los directivos de la Ciudad y del Teatro.